El club de las soñadoras, elevado a la máxima expresión
El equipo rojiblanco volvió a superarse logrando en Ipurúa una permanencia que parecía impensable a finales de diciembre
Estadio de Ipurúa. El pitido final es un sonido de liberación... A medias. El Granada ha dado un paso importante para quedarse un año más en la máxima categoría del fútbol femenino español, pero toca contener la alegría unos minutos. Hay que esperar a que el silbato ponga fin al Atlético de Madrid-Villarreal que se está librando en el Centro Deportivo Wanda Alcalá de Henares en el que el conjunto granadino también 'juega'. El rojiblanco nazarí o, lo que es lo mismo una ciudad entera, la de Granada, se hermana durante 90 minutos con el equipo con el que comparte rayas rojas y blancas. Tocaba fiarlo todo al rojiblanco... al que se jugaba la permanencia a una carta en Ipurúa y al que, a cientos de kilómetros de distancia, hacía lo propio para poder jugar Champions el próximo curso.
Coincidencias o no del destino, la permanencia del Granada Femenino dependía directamente de lo que hiciese el equipo dirigido por el que se confirmaría días más tarde como nuevo inquilino del banquillo de la 'Eterna Lucha', Arturo Ruiz. El Atlético de Madrid tuvo que sudar y mucho para imponerse ante un conjunto que se estaba jugando la vida como el Villarreal. Y es que hubo que esperar hasta el minuto 75 para que el marcador se moviese en la ciudad deportiva rojiblanca del equipo madrileño.
Esa distancia mínima fue la que se mantendría hasta el final y, por ello, aunque con el pitido final que certificó la victoria del Granada sobre el Eibar en Ipurúa y esas buenas noticias procedentes desde Madrid todo parecía encarrilado a la permanencia había que mantener la calma. En el fútbol todo puede pasar hasta que el árbitro no indica el pitido final y, la encargada de contener la euforia nazarí durante unos minutos más fue una de las fisios del equipo, 'Raky', que teléfono en mano con ese Atlético de Madrid-Villarreal en pantalla, pedía calma.
Ese momento dejó una de las grandes estampas de la temporada en el Granada Femenino, con todas las jugadoras formando una piña alrededor de la fisioterapeuta y, ese móvil o, más bien, lo que ocurría en él, del que dependía ni más ni menos que toda una permanencia en Liga F. Los minutos en torno a esa pequeña pantalla se tornaban horas... ¿Ya? o ¿Cuánto queda? Fueron las preguntas más repetidas el tiempo en el que se prolongó ese pitido final en la ciudad madrileña de Alcalá de Henares. Entonces esa espera que se sintió eterna llegó a su fin y la euforia se desató sobre el césped de Ipurúa: toda esa tensión se tornó en felicidad máxima, en sonrisas imborrables y en lágrimas de alegría.
Y es que, detrás de esas lágrimas, por ejemplo, de Alicia Redondo, temporada de matrícula de honor dirigiendo con maestría la medular granadinista por cada campo de la Liga F, estaba un sentir unánime: el club de las soñadoras se había elevado a su máxima expresión para lograr la permanencia. La Primera División había puesto a prueba la resiliencia de este equipo, comprobar hasta dónde era capaz de llegar la 'Eterna Lucha'. Esa misma que captó todas las miradas de la Liga F en su regreso a la máxima categoría, llevándose la victoria en su estreno ante toda una Real Sociedad, pero, sobre todo, la que tras encadenar once derrotas consecutivas que hubiera hecho bajar los brazos a muchos, dio una lección de que solo toca fondo el que elige rendirse en lugar de seguir luchando.
Y, la 'Eterna Lucha' hizo una magnífica demostración de que cuando todo parece perdido, el Granada siempre resurge y nada como un nuevo año para regalarse un nuevo comienzo. Bajo esa misma filosofía del partido a partido clave en su ascenso a Primera y confianza en el proyecto, las rojiblancas comenzaron su escalada imparable ante el Betis y dieron un golpe sobre la mesa con empates con valor victoria como los conseguidos ante Levante, Real Sociedad o Sevilla y triunfos de efecto como frente al propio conjunto bético, Athletic Club, Levante Las Planas y uno de un significado incalculable por la entidad del rival y el cómo se produjo: la victoria perfecta ante el Madrid CFF.
Este Granada, que había ganado solidez en defensa, efectividad de cara a portería y fortaleza mental para gestionar los tempos del partido ante cualquier rival, había vuelto a meterse de lleno en la lucha por la permanencia y a aparecer con fuerza en todas las quinielas para permanecer un curso más en la máxima categoría. Sin embargo, y pese al optimismo reinante de cara al exterior de un equipo que había logrado reengancharse al tren de Primera cuando parecía imposible, el vestuario sabía que iba a tocar remar hasta el final si se quería lograr el objetivo, uno que volvió a complicarse en dos partidos señalados para el granadinismo, que se saldaron con dos duras derrotas: el cara a cara ante uno de los principales rivales directos por la permanencia, el Betis, y la visita al último clasificado de la Liga con su descenso ya confirmado, el Sporting de Huelva.
Solo quedaban dos balas en la recámara, la primera de ellas frente a un conjunto en plena pugna por los puestos Champions, el Levante, y viendo al Villarreal ya desde el retrovisor. El equipo rojiblanco necesitaba una victoria si no quería dejar de tener solo en sus manos la permanencia de cara a la última de las fechas del calendario, pero el cuadro granota se impuso en el Escribano Castilla a lo que se unió la victoria del equipo amarillo que recibía al Sporting de Huelva. Y así se llegó a la jornada 30, donde el Granada afrontaba una visita crucial al Estadio de Ipurúa, en la que ganar y esperar buenas noticias del Atlético de Madrid-Villarreal. El conjunto rojiblanco no había nadado tanto para morir en la orilla e hizo los deberes ante un Eibar ya salvado y esperó al pitido final en el Wanda Alcalá de Henares para celebrar que 'el club de las soñadoras' se había elevado a su máxima expresión esta temporada para poder decir bien alto que este equipo ES DE PRIMERA. Por eso, en ese corro esperando el final entre los cuadros rojiblanco y amarillo, era imposible no revivir una película de la temporada que había sido un torrente de emociones, la montaña rusa más apasionante para un equipo con una identidad y una lucha de Primera. Cualquiera, tras la derrota frente al Valencia antes del parón navideño hubiera tocado fondo, pero no la 'Eterna Lucha' que nunca concibió otra cosa que no fuera dejar un año más al club en Primera. El fin de ciclo que merecía este grupo y la mejor semilla para el nuevo comienzo que estaría por llegar.
Comentarios
Publicar un comentario