Pamela González y las despedidas a las que uno nunca está preparado


Pamela González y el Granada Femenino cerraron oficialmente hace apenas dos días la despedida a una de esas jugadoras a las que nunca se está lo suficientemente preparado para decir adiós. Esa camiseta rojiblanca con el '8' a la espalda guarda ya para la historia a una futbolista de esas que no necesitan mucho tiempo para dejar huella y marcar su propia era. Apenas tres temporadas le han bastado a la mediocentro uruguaya -que aterrizó en 2020 procedente del Málaga- para tomar las riendas del conjunto nazarí en Primera Federación y ya no soltarlas hasta devolver al Granada a la máxima categoría diez años después. Por el camino ha hecho las delicias de una afición, rendida al manejo de balón, el derroche físico, el liderazgo, la pasión y la garra de la hasta hace pocas horas '8' rojiblanca, y que todavía se pregunta cómo se ha podido dejar escapar a una jugadora de esas características. Una 'todoterreno' para encarar el reto de volver a la élite y enfrentarse a los mejores equipos de España donde el aficionado no se planteaba otro escenario que no fuera hacerlo bajo la batuta de la dupla Pamela-Alicia que le hizo, primero soñar y después celebrar ese esperado regreso a la Liga F. Ambas se encontrarán próximamente en la élite del fútbol femenino español, pero en esta ocasión lo harán para defender unos colores diferentes y empezar a escribir por separado su propio camino tras alcanzar la gloria juntas en una medular para la historia en el Granada Femenino. 

Es inevitable, tal y como caracteriza el funcionamiento del propio cerebro, tratar de dejar a un lado aquello que uno no desea que se produzca, por muy evidente que pueda parecer. Todavía bajo las mieles del éxito por la consecución del ascenso a la Liga F, la planificación deportiva del próximo curso comenzaba a emerger y, entre ella, la situación contractual de muchas de esas protagonistas directas del ascenso. Una de las futbolistas con el vínculo con el club a punto de expirar era Pamela que dejó la puerta abierta a una posible renovación, pero también alguna señal que evidenciaba el posible fin de una era como posteriormente iba a terminar sucediendo. "Ojalá siga siendo así", afirmaba la '8' para GranadaDigital a la posibilidad de continuar vinculada al Granada por más años a lo que añadía que "le encantaría vivir esa élite" con sus compañeras. Mientras, del otro lado deslizaba confidencias con su mejor socia sobre el terreno de juego, Alicia, de cara a las últimas 'finales' por el ascenso que aventuraban una antesala del adiós: "Que tiene que ser nuestro, que es ahora o nunca, que no sabremos cuándo podremos coincidir otra vez juntas".

Había motivos para creer en la renovación, pero también para no estar tranquilos de cara al futuro en clave rojiblanca de la medio uruguaya. La noticia que llegó en la mañana del 4 de julio confirmó el desenlace final del adiós de Pamela y, poco después, se conoció que hacía las maletas con destino Sevilla para iniciar una nueva andadura en el conjunto hispalense. Entre la incredulidad y la nostalgia, el granadinismo se sigue hoy preguntando los motivos de la marcha de una futbolista capital en el esquema de ese equipo histórico dirigido por Roger Lamesa que obró el ascenso diez temporadas después. Para el recuerdo quedan ya ese despliegue físico incansable y cambios de ritmo mágicos de una '8' que reunió todas esas características que se podían demandar de una centrocampista. De hecho, los superó con creces exhibiendo una personalidad, pasión y garra únicas que le permitían tan pronto ejercer de 'coche escoba' para acabar con el peligro para su equipo como anotar un tanto con valor ascenso como ese 2-0 en Los Cármenes frente al Deportivo a la postre definitivo para sellar el regreso a la Liga F. 

Cuando pasen los años y vuelva a la memoria ese histórico ejercicio de la 22/23 para el club rojiblanco al completo y, entre ellos, para el Granada Femenino habrá algunos afortunados que podrán decir aquello de "yo ví jugar a Pamela González" en ese equipo de época... y cómo fue uno de los faros que iluminó con su fútbol a las rojiblancas a un ascenso que conllevó años de 'Eterna Lucha'. Para entonces será otro Granada, como lo es, desde este momento, una 'era post Pamela' que ya ha comenzado para bien o para mal y que obliga a un rearme de piezas para el reto de altura que ha estado persiguiendo durante diez años. Mientras, Pamela asume la batuta de otro equipo andaluz, el Sevilla, en una nueva aventura profesional para la uruguaya en la que tratará de imprimir su sello al igual que la ciudad de La Alhambra en la que ya dejó un 'color especial'.

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