OPINIÓN | ¿La mejor identidad? No tener (una única) identidad
A lo largo de la historia del fútbol alguna vez hemos escuchado aquello de “qué bien juega este equipo, tiene una identidad muy reconocible”. Sin ir más lejos, es imposible no pensar en plantillas con un estilo muy marcado que maravillaron al planeta fútbol y, entre ellos, uno que nos tocó muy de lleno en el panorama nacional, el tiki-taka que nos dejó para siempre la generación de los Xavi, Xabi Alonso, Iniesta, Busquets… Pero si una lección dejó aquella Selección que nos hizo por primera vez campeones del mundo es que la identidad de un equipo es la de los jugadores que lo conforman en cada momento.
Nunca es fácil decir adiós a un estilo plagado de éxitos y que obtuvo su merecido reconocimiento tanto de puertas hacia dentro como lejos de nuestras fronteras. España ha tardado años en pasar página y asumir que, sin sus ‘abanderados’, la identidad de ‘La Roja’ debía pertenecer a sus nuevos jugadores.
A vueltas con el estilo, el pasado fin de semana -con una jornada de demora por la huelga- comenzó la liga femenina de fútbol y, entre otras cosas, volvió a rodar el balón en la élite del fútbol español femenino para el Granada. Lo hizo haciendo gala, ahora bajo el telón de la Primera División, de ese estilo que ya lo convirtiera el pasado curso en equipo revelación de la Copa de la Reina y en uno de los mejores de la categoría de plata o, más bien, la virtud de que la mejor identidad es no tener (una única) identidad.
Enfrente se encontraba un rival de entidad, la Real Sociedad de Natalia Arroyo y Roger Lamesa trazó un guion lleno de giros que sus jugadoras interpretaron a la perfección. El Granada, en esa mezcla de veteranas y recién llegadas que ha conjugado para la temporada en la Liga F, hizo lo que mejor sabe, ser un equipo camaleónico ya no en función del adversario que esté en frente, sino según lo que requiere cada fase del partido.
Frente a frente, Roger Lamesa y Natalia Arroyo, dos estrategas y un tablero inmejorable, el césped del Nuevo Los Cármenes. La ‘partida’ empezó sin sorpresas, con un Granada muy bien ordenado atrás y la Real haciéndose dueña del balón. Las rojiblancas ‘invitaban’ a las realistas a proponer mientras se preparaban para ejecutar su próximo movimiento. Aguardaron su momento para sorprender con una presión alta que forzó el error de la defensa txuriurdin. Ese desajuste en la zaga no lo desaprovechó Andrea Gómez para apuntarse el primer tanto del Granada en esta Liga F y estrenar su casillero como rojiblanca por todo lo alto. Ese gol activó entonces el plan B o, el plan A, según se mire, porque el conjunto nazarí siempre se ha mostrado cómodo con el balón en los pies. Eso es innegociable, porque el fútbol control del Granada del ascenso perdió a unos de sus principales activos con la marcha de Pamela, pero mantiene a Alicia -que presentaba en sociedad ante la Real el guante que tiene en el pie-, Naima, Lauri o Noe y ha incorporado a ‘jugonas’ como Ari Mingueza u Ornella -ingresó desde el banquillo y levantó a Los Cármenes con destellos de su calidad-, entre otras.
Por eso ni el tanto de la Real, obra de Amaiur, alteró el guion a seguir para ganar el partido. El conjunto de Roger Lamesa maduró el encuentro con su nueva dupla en la medular a los mandos, la formada por Ari Mingueza y Alicia hasta que fue, precisamente la onubense la que se inventó un pase a la espalda de la defensa para que Edna -en una exhibición de potencia- hiciese el ‘jaque mate’ final. Rigor defensivo, presión y posesión, en ese orden, fueron las teclas que tocó el Granada en un partido de diferentes fases que las rojiblancas superaron una a una como el que juega a las matrioskas rusas. De ahí que quizá la prioridad no tenga que ser siempre necesariamente dar con esa tecla del estilo, sino que a veces la suerte reside en tener, en este caso, jugadoras camaleónicas capaces de cambiar de identidad manteniendo el máximo rendimiento. Y es que, en muchas ocasiones, la mejor identidad es no tener una única identidad y, si no, que se lo pregunten a este Granada. La afición granadinista tiene un tesoro y, por lo pronto, ya le ha dado sus tres primeros puntos.
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